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Nuestros profesores hablan

La vida universitaria peruana y el Covid-19
Dr. Marcial Rubio Correa
Exrector de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Exvicepresidente de la UDUAL, región andina

No existe, en este momento, un centro de información que permita saber el impacto detallado que produce la pandemia en la vida universitaria peruana. Sin embargo, hay ciertas constataciones que pueden recogerse de la información fragmentaria a la mano.

Educación a distancia y a presión

En el Perú hay una larga tradición de educación a distancia, y cada universidad tiene personal especializado en ella, no sólo en las facultades de educación, sino en enclaves que, por distintas razones, han recurrido a ella para cursos que van desde la educación continua hasta el posgrado. Hubo cursos serios y otros no tanto de manera que en el país se generó una suspicacia frente a la modalidad.

La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) ha mostrado fehacientemente este celo: en su página principal la noticia más importante que puede leerse hoy es que ella “supervisará educación no presencial de universidades ante las medidas de control y prevención del Covid-19”. En un documento de la SUNEDU se detallan requisitos para poner la educación a distancia en funcionamiento y notifica que “la adaptación no presencial de asignaturas con carácter excepcional no implica un cambio permanente en la modalidad del programa académico”. La educación a distancia está bajo sospecha institucional y habrá que quitársela de encima tan pronto como se pueda.

En verdad, para ninguna universidad peruana ha sido fácil transcribir la oferta presencial a la modalidad a distancia y, menos aún, comenzarla tan sólo cuarenta días después de haberse tomado la decisión. Los profesores sabemos dictar presencialmente y tenemos los cursos organizados de esa manera. Una parte significativa ha decidido dictar a distancia a través de videoconferencias, sin que se haya advertido suficientemente que no se puede parangonar la plataforma cibernética con el aula y, mucho menos, los resultados que pueden obtenerse por uno y otro medio.

En las páginas web de universidades serias y distinguidas se pueden apreciar los avisos y comunicados, casi marketeros, de la convocatoria a profesores para el aprestamiento pedagógico a distancia. Los resultados académicos de esta marcha irremediable hacia la virtualización de los cursos deberán ser evaluados. Desde luego, no todos los profesores que dictan presencialmente, han aceptado hacerlo a distancia. La oferta de cursos no cubre el 100% de la oferta presencial. Habrá que zurcir los espacios.

Los campus están vacíos y no se sabe hasta cuándo

Las universidades han cerrado sus puertas por la política de aislamiento social, que ahora llamamos ya cuarentena porque alcanzará oficialmente los cuarenta días. Pero no se sabe si se incrementará en orden de magnitud de decenas e, inclusive, de alguna centena de días.

Los universitarios estamos seguros de una cosa: no está en primera fila la urgencia de que regresemos a la modalidad presencial. Serán otros los primeros movilizados. Somos muchos los profesores que fuimos convocados a cumplir a distancia las dos primeras semanas de clase, y ahora estamos preparando todo el curso en esta modalidad para no ser sorprendidos en el camino si hay que dictar todo el semestre de esta forma.

En el Perú, las noventa y siete universidades licenciadas para funcionar, son privadas y públicas prácticamente por mitades. Las públicas son gratuitas pero las privadas cobran pensiones de enseñanza y existe un debate sobre el tema de los pagos. Es un asunto conflictivo que, si se toman decisiones desatinadas, puede, en cualquier momento, complicar el desarrollo de las actividades de muchas casas de estudio, especialmente en aquellos casos (varios) en los que la dependencia de los pagos estudiantiles es abrumadora. De otro lado, es cierto también que habrá dificultades familiares para poder pagar. El Ministerio de Educación ha hecho invocaciones a tomar en cuenta estos problemas.

La solidaridad de los universitarios

Desde luego, las brigadas universitarias que pueden ser útiles, participan al lado de la población, en especial los profesores y estudiantes de medicina, ciencias afines y enfermería. Su dedicación es la de siempre: esforzada, comprometida y crítica. Todo ello corresponde a nuestro ethos universitario. En esto, las cosas están en su sitio de siempre.

Las universidades con recursos tecnológicos diversos, especialmente con laboratorios especializados, se han puesto al servicio de las autoridades de sanidad. Esto es especialmente importante fuera del área de Lima Metropolitana porque, en muchas provincias, las carencias de ciencia y tecnología son muy grandes.

Algunas universidades han puesto sus conocimientos al servicio de la lucha contra el Covid-19. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos trabaja en proyectos inmediatos de telesalud, salud móvil y validación de sistemas de detección. La Universidad Peruana Cayetano Heredia, especializada en ciencias de la vida, trabaja en diversos proyectos entre los que destaca la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19, que espera tener lista para el 2021. La Universidad Nacional de Ingeniería lleva adelante, a su vez, varios otros proyectos. Y, el 13 de abril pasado, las páginas de los principales periódicos del Perú anunciaron que un consorcio conformado por empresas de producción tecnológica y la Pontificia Universidad Católica del Perú empezarán a fabricar diez respiradores diarios con tecnología desarrollada en dicha universidad: si el proyecto funciona bien, el Estado peruano no necesitará secuestrar a 3M.

La política nacional de investigación

La pandemia ha servido también para demostrar las carencias que tiene el Estado peruano en materia de investigación científica. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC) ha batallado intensamente por acrecentar los recursos disponibles y por utilizarlos de la mejor manera, es lo que ha caracterizado a quien ha dirigido dicha institución durante muchos años.

Pero las asignaciones presupuestales no han sido nunca importantes. Hoy, el Estado se da cuenta de que estas carencias impiden un apoyo masivo para solucionar los problemas existentes.

Durante el aislamiento social, el CONCYTEC ha hecho un esfuerzo y ha destinado tres millones de soles (cambio de 3.40 soles por dólar USA) a investigaciones de urgencia alrededor de la pandemia.

Se verá si el Estado recapacita y, a partir de esta experiencia, decide lanzar una política importante en materia de investigación. Mientras tanto, los investigadores universitarios se han puesto a trabajar con sus propios recursos y los soles que ha reunido el CONCYTEC.

Todo esto muestra que las universidades peruanas, en buena cantidad, han logrado sobreponerse a la urgencia de la virtualidad lanzando sus cursos en la modalidad a distancia; han comprometido sus recursos y sus capacidades de investigación para colaborar a la solución de la crisis, y quienes de entre los universitarios han podido colaborar con la atención directa de la pandemia, no han dudado de ponerse en acción.

Como en muchos lugares de América Latina y del mundo, los universitarios peruanos tenemos la alegría necesaria para remangarnos y salir adelante en medio de la tremenda austeridad de recursos.