(UBA) Innovación como motor económico

Investigadores de la UBA estudian el impacto económico del programa espacial argentino. Cómo el desarrollo productivo y el conocimiento generado por el sector espacial se permea hacia diferentes ámbitos de la sociedad argentina.

ARGENTINA, 16 de octubre 2023, UBA

Argentina pertenece a un reducido conjunto de países que cuentan con capacidades para diseñar y fabricar localmente satélites de observación y de telecomunicaciones. También tiene proyectos para generar su propia forma de lanzar esos satélites al espacio. El sector satelital es uno de los pocos de alta tecnología en los que el país ha generado capacidades de innovación propias. 

A partir de los proyectos impulsados por el estado, la Argentina ha sido capaz de alcanzar una serie de hitos cuya complejidad tecnológica es comparable con la de los programas espaciales de países desarrollados. A lo largo de los años se ha generado un ecosistema de instituciones y empresas que participan de estos proyectos espaciales, generando beneficios para el conjunto de la sociedad.

Investigadores de la Universidad de Buenos Aires vienen realizando estudios sobre la economía del espacio desde 2017. Entre ellos se encuentra un trabajo reciente realizado para UNESCO, aún no publicado, que evalúa el impacto y la potencialidad de la actividad espacial impulsada por el estado en la Argentina.

La “economía del espacio” incluye la gama completa de actividades y uso de recursos que crean valor y generan beneficios para los seres humanos en el curso de la exploración, la comprensión, la gestión y el uso del espacio. 

En el sector espacial, la información que generan los satélites permite proveer de servicios a una gran cantidad de industrias no espaciales. Las capacidades acumuladas por las empresas que participan, aguas arriba, en la cadena de valor les permite insertarse en  otras actividades económicas. También los desarrollos tecnológicos generados derraman en otros sectores, como ha sucedido con el desarrollo de radares a partir del proyecto SAOCOM”, contó Paulo Pascuini, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) UBA-CONICET. 

Pascuini y Andrés López, director del IIEP, han realizado varios trabajos sobre el sector y forman parte de un grupo de investigadores que se dedica a estudiar temas de desarrollo productivo en el sector espacial y en otros en los que la innovación juega un rol importante, como el de software, el litio, y la agricultura, entre otros.

La actividad espacial en Argentina puede impactar en el resto de la economía a partir de la generación de activos y capacidades físicas, como instalaciones y maquinaria. También no físicas, como la tecnología, el capital humano calificado, y los vínculos con agencias y empresas espaciales de otros países”, contó Pascuini, quien también es secretario del Departamento Pedagógico de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, y profesor de la Carrera de especialización de Industria y Sistemas Aeroespaciales, que se dicta en la Facultad de Ingeniería de la UBA.

“Aunque, hasta el momento, los sectores de alta tecnología en la Argentina no han generado efectos sustantivos en términos de empleo o en la balanza comercial, tienen un gran potencial de impactar en el resto de la economía”, agregó el investigador. 

“Se trata de sectores que generan y difunden conocimiento a partir de las vinculaciones con proveedores, socios y clientes, y de la movilidad de recursos humanos altamente calificados. Esto es de suma relevancia ya que las posibilidades para diversificar la producción y las exportaciones dependen en buena medida de la acumulación de capacidades previas en otros sectores, donde los tecnológicamente más complejos facilitan nuevos procesos de diversificación productiva en actividades que requieren capacidades relacionadas.”, explicó Pascuini. 

La cadena de valor de la economía del espacio incluye tanto a actores públicos como privados que se ocupan del desarrollo, suministro y del uso de productos y servicios relacionados con el espacio. Es decir, investigación y desarrollo, fabricación y uso de infraestructura, como estaciones terrestres, vehículos de lanzamiento y satélites; desarrollos de equipos de navegación, teléfonos satelitales, y prestación de servicios basados en información satelital.

Los actores que se encuentran en el primer eslabón de esta cadena de valor son centros de investigación y desarrollo, universidades y laboratorios, públicos o privados, que cumplen un rol clave en la investigación y ciencia básica. En Argentina se encuentran en este segmento esencialmente actores públicos, incluyendo la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA) de la Universidad Nacional de La Plata, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) o el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR).   

Después están los fabricantes e integradores de partes y subsistemas, que en el caso argentino incluye a grandes y pequeños actores. En el país se destacan empresas que son propiedad del Estado como INVAP y VENG, y un conjunto de empresas privadas que son proveedores de partes y servicios aguas arriba y se concentran en Bariloche, Córdoba y Buenos Aires. 

En los últimos años se han generado una serie de emprendimientos de origen argentino que operan en este y otros segmentos de la cadena de valor, y se están insertando en las nuevas tendencias de la Economía del Espacio a nivel global, como son las constelaciones de órbita baja, la comunicación láser y los servicios de lanzamiento de nicho.

En el siguiente eslabón están los operadores satelitales como ARSAT S.A., una empresa cuyo capital se encuentra en manos del Estado, y más abajo una serie de empresas que proveen servicios basados en información satelital, conectando al sector espacial con una diversidad de industrias. 

“En la Argentina hay empresas que prestan servicios basados en información generada por satélites de telecomunicaciones y por satélites de observación de la Tierra, y atienden una gran variedad de actividades, como la petrolera, minería, energía, agro, medio ambiente, salud, desarrollo urbano, gobierno y defensa”, detalló Pascuini. 

Las telecomunicaciones satelitales permiten prestar servicios como rastreo y mantenimiento de equipos en lugares remotos, controles periféricos de campos, monitoreo de la calidad del agua en ríos y arroyos, identificación de fallas en la distribución eléctrica, o brindar soluciones de telecomunicaciones a organismos y empresas del Estado”

“Las imágenes satelitales permiten brindar servicios como mapeos geológicos para actividades de minería y extracción de hidrocarburos, de estimación de áreas afectadas en desastres naturales; de monitoreo de infraestructura crítica, y de control de obras públicas, plantaciones, zonas fronterizas, o epidemias”, agregó el investigador. 

Actividad espacial argentina

La posición que ocupa Argentina en el desarrollo de tecnología espacial es resultado de un proceso de más de dos décadasDurante este tiempo se han puesto en órbita satélites de observación y de telecomunicaciones desarrollados localmente. A la vez, todo este proceso deriva del conocimiento y las capacidades que aportaron las actividades iniciadas en los años 1950s en el sector nuclear.

La acumulación de capacidades en este sector es algo inusual para un país en desarrollo, y su potencialidad para generar impactos es de suma relevancia en un escenario global donde la dimensión económica viene tomando cada vez mayor relevancia en la actividad espacial”, opinó Pascuini. 

“Actualmente, la actividad espacial en el mundo está caracterizada por la creciente participación del sector privado y su acceso a tecnología que antes era dominada por las agencias espaciales. En el caso argentino, aunque principalmente de manera indirecta, los proyectos impulsados por el Estado han propiciado la generación y el desarrollo de proyectos privados”, contó el investigador. 

La actividad impulsada por el Estado ha impactado en el sector privado, por ejemplo, a partir del desarrollo de proveedores locales, el aprovechamiento de los activos y capacidades acumuladas en el sector espacial por parte de otras industrias. También en algunos de los nuevos emprendimientos espaciales fueron “incubados” o asistidos por instituciones locales, o fueron fundados por, o emplean, personal que había adquirido experiencia participando en proyectos espaciales impulsados por el Estado”.

La diversidad de beneficios que trae la actividad espacial incluye un mejor control sobre la dotación de recursos naturales, la prestación de servicios de internet a áreas de poca cobertura, una más rápida reacción frente a catástrofes naturales, mejores pronósticos de riesgo de incendios, de calidad del aire, monitoreo costero para la detección de derrames de petróleo, control de fronteras, investigaciones científicas y la prestación de servicios de navegación o geolocalización”, concluyó Pascuini.

Fuente: UBA

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