El verso que aún no acabo

EL VERSO QUE AÚN NO ACABO

Mariángeles Comesaña
(Cincuentenario 1968)

Fuimos nosotros los que empujamos nuestras sombras,
los que corrimos hasta alcanzarnos,
aquellos otros que pensamos sumar a nuestro viaje.

Las miradas fugaces testificaron el impulso;
prendimos palabras en los brazos de calles y avenidas,
nosotros íbamos entre las palabras.

Fuimos el sueño que nos recorría,
las brigadas, el trabajo de campo,
la dulce certidumbre del verbo ser.

Fuimos las asambleas en Ciudad Universitaria,
los poemas de Fernández Retamar
de García Lorca y de Miguel Hernández
saliendo de un mimeógrafo.

Fuimos el magnavoz,
la música que retumbaba en la plaza del zócalo,
la manifestación silenciosa en la avenida Reforma.

Fuimos las respuestas en el viento,
los que nos atrevimos a imaginar un mundo diferente:
“Imagine all the people…” 

Fuimos la mira del Batallón Olimpia,
las luces de bengala el 2 de octubre,
el miedo en Tlatelolco,
la entrada a Lecumberri a llevar víveres.

Fuimos las cartas de los presos políticos,
su huelga de hambre,
el eco de los golpes y los gritos del 1 de enero del 70
en el palacio negro.

Fuimos el sol de los murales en la celda de Félix Goded
el río en el I Ching,
la voz de José Revueltas en la crujía “M”
leyendo poemas de Huidobro.

Fuimos la apuesta,
el águila o sol de las monedas,
las lágrimas de Roco y sus hermanos en el cine Roble.

Fuimos el Festival de Oposición
en el viejo Auditorio lleno de gente,
los poemas en volantes y muros,
fuimos “la vida que te empuja
como un aullido interminable.”

Fuimos la Liga 23 de Septiembre,
la huida por las azoteas de la colonia Roma,
la muerte de Raúl Ramos.

Fuimos la célula,
la reunión hasta altas horas de la madrugada,
la alegría dulce en los ojos de Valentín  Campa.
El grito de Ho chi minhen la avenida Juárez.

Fuimos la guitarra negra de Zitarrosa,
la música de Bob Dylan tocando en las puertas del cielo,
“Knockin’ on heaven’s door.”

Fuimos los que escuchamos
las palabras de don Lucho Corvalán,
a su salida del campo de concentración Tres Álamos.

Fuimos los cuentos de Juan de la Cabada,
los poemas de Carlos Illescas,
El agua y los sueños en el lápiz de Bachelard.

Fuimos los habitantes de Macondo.

Los refugiados que llegaron de Chile,
de Uruguay, de Argentina, de Brasil.

Dijimos: no, con Raimon, “Diguem no,”
“nosotros no somos de ese mundo.”

Fuimos “Amanda” en la voz de Víctor Jara,
La niña de Guatemala en la voz de Oscar Chávez,
Los versos de Martí.

Fuimos la gloria de escuchar las tertulias en el café La Habana
León Felipe, Juan Rejano, Efraín Huerta
sentados en la mesa.

Fuimos la angustia dolorosa y triste
de Julián Grimáu
cayendo desde la ventana de la cárcel
al precipicio.

Fuimos la guerrilla,
el Che Guevara muerto,
el poema truncado de Roque Dalton.

Fuimos las preguntas
el  riesgo de inventarnos en el descampado,
en las palabras de lo desconocido.

Fuimos la ropa sucia
de la guerra sucia.

Fuimos
el verso que aún no acabo

su melodía en mi voz…

Noticias relacionadas

Creador de contenido
Observatorio de la Autonomía
Agenda Universitaria
Temas de interés

Your browser doesn't support the HTML5 CANVAS tag.

Insta UDUAL

Síguenos en Instagram